Facebook Twitter Youtube Instagram

Pequeños, pero honrados

domingo 16 de enero de 2011  

Desde que el músculo arrasó no se sabe qué fue de aquel muchacho desgarbado que no sobrevivió a la década de los noventa, aquel muchacho al que se le caían los vaqueros por la parte del trasero, pero no porque llevara pantalones «cagaos» sino porque ni el músculo ni la carne rellenaban el tejano. Alguna vez te cruzas por la calle con un flaco que parece haberse escapado de un álbum de los setenta pero es una visión fugaz; por lo general, las aceras ofrecen hoy más carne y más centímetros. Otra cosa es el músculo, esas prominencias que convierten a los hombres en Popeyes, dejándoles sin cuello, como si alguien se lo hubiera atornillado demasiado al torso. Yo los he visto sudar en los gimnasios, levantar una bola de hierro animados por una especie de quejido o de rebuzno.

El artículo sigue aquí

Facebook comments:

Si no tienes Facebook, también puedes dejar tu comentario:

© Elvira Lindo 2021