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El Miedo

domingo 13 de marzo de 2011  

Hablaba desnuda frente al espejo mientras se secaba el pelo. Llamaba la atención el desparpajo con el que durante tanto rato se exhibía sin ropa. Lo habitual es que la desnudez dure lo que dura el camino del casillero a la ducha o ese minuto que se emplea en untarse una hidratante y ponerse la ropa interior. Así la vi muchos días, enfrascada en una conversación con alguien que, pensé, debía surgir de un pequeño auricular encajado en su oído. No me pareció extraño, de la misma manera que ya no provocan asombro las personas que hablan solas por la calle. Al paseante que habla y gesticula mientras camina se le excusa la extravagancia imaginando que se trata de una conversación telefónica, real.

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2 respuestas a: El Miedo

Ana Dice: lunes 14 de marzo de 2011

Doy gracias por no ser competitiva a estos extremos, a mi edad perderé la chaveta por otras cosas, pero por mi profesión, que es de las que desesperan, no creo. La Portma nos mete en situación al 100×100.
¡¡Como es mi New York!!.
Te envidio por estar donde yo quisiera estar, «igual por esto si que me pondría delante del espejo.

Melodía Dice: martes 19 de abril de 2011

Escrito un lunes 14 de Marzo, sólo unos dias después de ver la película:

«Es la lucha constante por dar el cien por cien lo que te hace perderte en el intento, es esa competición con una misma la que te impide crecer, es ese deseo de mejorar por encima de cualquier cosa lo que desequilibra la balanza, es la búsqueda de la perfección lo que te lleva a la autodestrucción. Una perfección que te ahoga y te asfixia, que te ata y te remata, que te hunde en el fango y destruye cuanto de belleza había dentro de ti. Una autodestrucción con forma de voces en tu cabeza, con mensajes chantajistas que distorsionan la realidad, afilan la navaja y la dirigen hacia lo más hondo de tu ser, voces exigentes, prepotentes, inteligentes y vengativas con un solo fin que caigas en la tentación y comiences a creértelas, a ponerlas como lemas en tu vida y como motivo de ser en el mundo. A pesar de las voces y de la búsqueda de la perfección diaria, llega un día en el que te miras en el espejo y no te reconoces, has dejado de ser un cisne y ya sólo aparecen plumas negras; puedes ver un brillo en tus ojos, una gota de esperanza en el reflejo de tu imagen en el espejo. Sólo una señal apenas perceptible pero que te hace cambiar de chip, redirigir el rumbo e incluso cambiar de dirección e iniciar otra búsqueda, bien distinta a la anterior, que te permita soltar las alas, esconder las plumas negras, cambiarte de maillot y teñirlo de blanco, blanco puro, blanco esencia, blanco libertad…»

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