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De Nuevo, El Ridículo

sábado 24 de febrero de 2018  

La otra mañana temprano esperábamos en cola a que abrieran las puertas del juzgado de la madrileña calle de Pradillo. Sí, la cosa iba de bodas y nacimientos. Un tipo de un acento latino indeterminado, nos avisaba a gritos, teatral e inagotable, de que la mujer que se casara con una mujer o el hombre que se uniera a otro hombre arderían para siempre en el infierno. Advertía de la ofensa a Dios que constituían las relaciones prematrimoniales. En fin, que no eran horas. Nosotros éramos pobres personas con sueño y respirando detrás de la bufanda. Una joven bufó: “¡Cállate ya, pesssao!”. Pero lo verdaderamente reseñable del momento es que el pueblo, como así suele ser, asistía a la homilía como quien oye llover, resignado, tolerante. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>

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