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De Mis Soledades Vengo

viernes 15 de septiembre de 2017  

Hay, con respecto a Nueva York, un malentendido que resulta ya casi imposible de aclarar, pero esta cronista que es tozuda lo intenta, como intenta, infructuosamente, cambiar la imagen que de ella se hicieron los lectores en un primer vistazo. Ocurre que la idea que tenemos de esa ciudad está prisionera en su mayor parte del territorio de los anhelos y los sueños, hasta el punto de que no estamos dispuestos a que la realidad desbarate lo que durante tanto tiempo hemos fraguado al calor de la fantasía. Cuando yo escribía crónicas desde Nueva York había quien deseaba que perpetuara la ensoñación para que la ciudad continuara siendo la tierra prometida; había también quien, desde un punto de vista más resentido o mezquino, veía en el simple hecho de que vivieras allí y escribieras sobre aquello una voluntad de esnobismo. Lejos de mí la intención de contrariar a quien me tiene por snob afirmando que no lo soy, para qué; diría incluso que existe cierto placer en pensar que te imaginaban más feliz de lo que eras y estabas menos sola de lo que realmente estabas. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>

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