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Carta Al Director

domingo 11 de diciembre de 2011  

Los chinos salieron a la calle hace unos días. No en Pekín, obviamente, sino en Madrid. Los chinos salieron a la calle. La primera generación llegada a España no sabía gritar sus consignas, pero sus descendientes, educados en este país que ya es suyo, expresaban, en perfecto castellano, que quieren que se les amplíe la licencia de bebidas alcohólicas en sus tiendas. En la radio escuché a un concienciado contertulio afirmar que dichas tiendas con licencia no deberían estar situadas cerca de los colegios. Me dio la risa. Ahora resulta que del alcoholismo infantil van a tener la culpa los chinos. En cambio, los padres, que dejan vagabundear a sus pequeños roedores de madrugada, son unas víctimas de las licencias y de la inmigración oriental. Muy al contrario, a mí, leer que los chinos habían salido a la calle, me pareció alentador. En medio de este ambientazo apocalíptico que se masca a punto de terminar este 2011 -que ha sido peor que 2010 pero será mejor que 2012-, leyendo a diario que nuestros jóvenes talentosos se nos van y que hasta los inmigrantes están haciendo la maleta para volver a su pobreza de origen, contemplo a este pueblo milenario e industrioso, discreto, sacrificado, etcétera, etcétera, que no conoce puentes ni fiestas de guardar y tiene por norma permanecer al margen del bulle bulle del país de acogida, salir a la calle para reclamar un derecho en una tierra que han hecho suya. No entro a considerar lo que piden, digo que me parece una buena señal eso de ver la calle de Madrid llena de chinos castizos. En ese estado de optimismo insensato me encontraba cuando, dado que leía la noticia en un periódico digital, bajé el cursor hasta el final y me encontré con los comentarios de los lectores. Mi optimismo se derrumbó. Ay. Había lectores que escribían su comentario cambiando las erres por las eles.

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2 respuestas a: Carta Al Director

Carlos Dice: lunes 12 de diciembre de 2011

Querida Elvira
(Te he enviado una versión más legible en PDF a tu correo electrónico)

Me encanta tu columna, me enamoré, hará unos 6 años, pensando que era una crónica de una madrileña en NYC, mi segunda querida ciudad después de Boston. Con el paso de los Domingos me dí cuenta de que no era así pero quedé prendado de su frescura inteligente. Lo que te quiero contar respecto a la primera parte de tu “Carta al Director” es complicado y contraproducente por lo cual parecerá críptico pero no tengo más remedio si he de usar un espacio educadamente corto:

1) La globalización para bien o para mal y queramos o no, está con nosotros.

2) Era una esperanza tácita de que ella traería más confort a los países cuyas condiciones sociales fueran menos favorecidas. De hecho ha sido más o menos así, si dejamos de lado criticas de uno que otro zurdo trasnochado. En efecto, un mercado global y competido sería el mejor incentivo para el trabajo en la forma de creación de empresas.

3) ¡Que bien! Mudemos a China a las empresas cuyos puestos trabajos salen mas baratos allá que aquí (Europa y EEUU). Entonces, aquí quedan puestos de trabajo de mayor nivel y por lo tanto mejor pagados con lo que aquí sube el nivel de vida de bueno a mejor y allá de malo a un poco mejor. Win-win ¡Todos subimos un peldaño! ¡Adiós a la pobreza!

4) Aquella esperanza salpicada de realidad esta comenzando a desmoronarse y la causa la quieren buscar en abstractas teorías macro económicas o incluso en el colapso de del sistema de libre mercado.

5) La respuesta, sospechosamente simple me vino a la cabeza observando una de las tantas fotos emblemáticas de los indignados del 15M. Primero me llenó de orgullo en general, su organización y en particular los carteles “Esto no es un botellón”; seguidamente me estalló la idea de que el epicentro de la crisis es el desempleo (nada nuevo) y sin embargo las carpas, los ordenadores, los móviles, las zapatillas deportiva, los abrigos, la ropa y casi la totalidad de los productos que se podían apreciar en aquella imagen, muy probablemente tendrían la inscripción
“Hecho en China”. Y comencé a buscar a mi alrededor y a pensar en los productos de los centros comerciales dándome cuenta de que también esta inscripción la tendría una alarmante mayoría de todos esos productos. Todavía mucha gente se sorprende de que artículos de marcas occidentales como Apple, Adidas o Levis, sean hechos en China

6) La ironía es evidente: Si la vasta mayoría de los productos que usamos no los producimos, ¿donde vamos a trabajar?

7) Claro, muchos dirán, como en tu articulo, que habría que aprender de “este pueblo milenario e industrioso, discreto, sacrificado, etcétera, etcétera, que no conoce puentes ni fiestas de guardar y tiene por norma permanecer al margen”, pero la realidad es que hemos mudado la producción a China por la mano de obra de una cultura obligadamente conformista, semi-esclava (para mí es a lo que corresponden tus dos etcéteras) y casi al margen de la condición humana (me asalta el recuerdo del video de una niña China que es atropellada, el conductor ni siquiera se da a la fuga sino que simplemente sigue su camino, luego otro conductor le vuelve a pasar por encima como si se tratara de un animal y nadie hace nada) convirtiendo a sus trabajadores en uno de los engranajes de los que habló Ernesto Sabato. Y así, la poderosa fuerza de la globalización en lugar de tender a mejorar su calidad de vida, está exigiendo que desmejoremos la nuestra: Si cobramos menos y trabajamos más (es decir, si disminuimos nuestra calidad de vida para estar a su “altura”), el incentivo para mudar nuestras fabricas disminuiría.

8) La solución no es instantánea: Requiere que por una parte que los gobiernos occidentales (Europa y EEUU) impongan un impuesto progresivo a los países que tengan una calidad de vida inferior el cual deberá ser simbólico al principio pero significativo en unos 10 años. Por otra parte y simultáneamente hacer un gasto publicitario importante para crear conciencia de un “Compre hecho en Europa” o un “Buy made in USA” aun en caso de que salga aparentemente más caro (es solo apariencia pues como ya lo estamos sufriendo es más caro perder empleos).

9) Aunque la referencia temporal de 10 años para la solución podría pensarse como larga, es ineludible para salvaguardar las inversiones ya hechas en China, ademas, el solo anuncio de este tipo de medidas impactaría positivamente en nuestras economías.

10) Habría que ver como reacciona el gigante asiático ante el peligro de que les desbaratemos su plan marxista de darle vida al germen que conduzca a la destrucción del capitalismo desde sus propios cimientos ya que creo que para implementar la solución descrita en las ultimas frases del punto 7, habría que prescindir de la libertad (como ellos) y sin ella no hay democracia real
ni capitalismo real. De esto ultimo se deduce que en China no existe capitalismo de ningún tipo, nada de maquillarlo con apellidos ni matizarlo con eufemismos. En China no puede haber capitalismo porque no existe libertad, occidente se ha dejado engañar… hasta ahora. Despertemos, con diplomacia y serenidad pero ¡Despertemos!

11) He de recalcar que no me refiero a toda Asia, Japón y Corea de Sur son democracias solidas y por lo tanto una competencia sana para occidente.
Muchas cosas se quedan en el aire pero he de cumplir mi auto impuesto y educado limite espacial.

Un cálido abrazo de un humilde lector, fiel a tu columna.

Carlos Efrain

Enrique C. Dice: lunes 12 de diciembre de 2011

Totalmente de acuerdo. Uno siempre espera que los comentarios sean una especie de prolongación del artículo, que aporten reflexión y no crispación. Quizás la inmediatez -y el anonimato- del medio digital impidan que uno piense dos veces lo que dice. Tal vez desde estos medios habría que exigir un mínimo de educación a la hora de la publicación de los comentarios. Los crispados trolls tendrían que parase a elegir sinónimos más apropiados y en la pausa encontrarían la paz interior… Algo así como un kit-kat espiritual.
Y luego está eso de que en internet cabe absolutamente todo, lo bueno y lo malo, sobre todo lo malo. Y da repelús, claro.

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