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¡No disparen al columnista!

sábado 6 de marzo de 2010  

Los columnistas también tienen padre. A veces incluso madre. A los padres de los columnistas les gustaría que sus hijos escribieran sobre las castañeras en noviembre, los temporales en febrero y las catástrofes naturales. Es decir, que lo que les gustaría a muchos de nuestros padres (que crecieron escuchando aquello de «hijo mío, no te signifiques») sería que tuviéramos la pericia de escribir cada semana sin tocarle las pelotas a nadie. Los padres quisieran que fueras uno de esos columnistas a los que todo el mundo admira. No comprenden que esos columnistas, si alguna vez los hubo, ya están muertos. +

Viven como reinas

domingo 5 de octubre de 2008  

Ese chico que cruza ahora mismo Washington Square se llama Lorenzo. Llegó hace tres meses a Nueva York. Ha tenido la oportunidad de vivir el mordisco del frío y la noche que cae repentinamente a las cuatro de la tarde. Al principio no salía de su asombro al ver cómo cambiaba de naturaleza esta plaza por la que cruzaba a diario Henry James y en la que situó su novela, “Washington Square”, esa historia de la que los niños antiguos que veíamos películas en blanco y negro en la tele teníamos noción por “La Heredera” de William Wyler. +

Sin tetas no hay matrimonio

lunes 29 de septiembre de 2008  

Recuerdo, como si fuera ahora, la primera vez que vi una teta. Llegó una mujer joven con su criatura recién nacida a casa de mi abuelo. El bebé no paraba de llorar con su llanto de gato y, la madre, sin poder hacer otra cosa para calmarlo, se desabrochó la blusa y se sacó un globo blanco hinchado por la leche. Yo debía tener ocho años y me quedé paralizada por la impresión, haciendo que admiraba al bebé cuando lo que me tenía boquiabierta era ese pezón enorme que ya estaba en la boca de la niña. +

Maricón de montaña

sábado 27 de septiembre de 2008  

Desde que el cómico Paco León dijera aquello de: “en Estrenos de Cartelera les presentamos Brokeback Mountain, que vendría a traducirse como Maricón de Montaña”, me di cuenta de que las grandes traducciones no dependen de la literalidad sino de la capacidad del traductor para hacerse atractivo en otro idioma. Esa traducción de Paco está para mí a la altura de la traducción que hiciera Pedro Salinas de Proust, esa traducción de Paco ha de marcar un antés y un después. +

Madrid, 1975

jueves 25 de septiembre de 2008  

La cara de Umbral en la primera página de este periódico es ya, sin titulares que la justifiquen, el mismo anuncio de su muerte. Umbral en primera página del periódico desde el que nos descubrió a tantos adolescentes indocumentados que las columnas podían ser otra cosa. Abro las páginas de este y de otros diarios para encontrar en las necrológicas un rastro de mi propia juventud y encuentro una especie de vacío más moral que físico, como la premonición de que el tiempo no tendrá que esforzarse mucho por borrar su rastro. +

 

Leer a su lado

martes 23 de septiembre de 2008  

Leer. Leer sin ganas. Leer por aburrimiento. Leer para no hacer ruido. Leer para dejar que tu padre duerma la siesta. Leer porque no te dejan poner la tele. Leer porque ya nadie quiere contarte un cuento. Leer porque te han castigado sin salir. Leer porque estás en la cama con fiebre. Leer porque estás solo. Leer porque imitas a tus hermanos mayores. Leer porque lo hace tu madre. Leer libros para niños. Leer novelas que no te dejan leer. Leer hasta que te apagan la luz. Leer sin leer, pensando en otra cosa. Leer en la biblioteca. Leer todos los libros de la biblioteca infantil. Leer porque tu hermana lee en la cama de al lado. Leer libros de Tintín en casa de tu abuelo. Reir porque tu tía llora con una novela. Llorar porque te da pena el abominable hombre de las nieves. Leer y leer y leer cinco líneas sobre sexo. Leerlas y leerlas una vez más. Leer porque quieres estar solo. Leer porque te sientes solo. Leer porque te crees distinto. Leer para encontrar almas gemelas. Leer aquello que aún no has vivido. Leer para llenarte la cabeza de pájaros. Leer para presumir. Decir que has leído un libro que no has leído. +

Punto G

domingo 21 de septiembre de 2008  

Nos citaron en Segovia para hablar de diálogos, humor, telenovelas, esas cosas en las que los críticos de literatura sólo reparan cuando pasan siglos y el tiempo convierte en clásica la cultura popular. Éramos dos colombianos y yo, en calidad de preguntadora, por lo cual, a partir de este momento, me hago invisible. Sergio Cabrera, director de cine, y Fernando Gaitán, creador de Betty la Fea. A Gaitán lo conocí hace años, cuando la serie original se emitió aquí. Ahora, su Betty lleva camino de hacerse tan universal como la Cenicienta o el Patito Feo. +

 

El pequeño Proust

viernes 19 de septiembre de 2008  

Tuve un déjà vu. No fue un déjà vu en falso, de esos que parecen estar provocados por una falta fugacísima de conexión cerebral, no, no, este fue un déjà vu en toda regla, un déjà vu como un templo, como los siete tomos de ese señor caprichoso, Proust, que no paró de rumiar el que su madre no le hubiera dado un beso de buenas noches y escribió tres mil páginas para vengarse. Yo había estado allí, en la Plaza de Campillo del Mundo Nuevo, donde nace el Rastro, quince años antes, pero no me acordaba. +

 

El cuento de la niña calabaza

miércoles 17 de septiembre de 2008  

“A usted le gustan mucho los niños”, me dijo una periodista, y no era una pregunta (que sería lo suyo), sino una afirmación, como si para esa mujer yo fuera un libro abierto. Y eso nunca. Pues no, le dije yo, a mí los niños, en plural, no me gustan nada, siempre me horrorizaron esas tardes de cumpleaños a las que algunos padres se entregan como animadores culturales vistiéndose de payasetes y avergonzando a sus propios hijos. A mí me gustan los niños de uno en uno. +

Bola de dragón

lunes 15 de septiembre de 2008  

Tuve un déjà vu. No fue un déjà vu en falso, de esos que parecen estar provocados por una falta fugacísima de conexión cerebral, no, no, este fue un déjà vu en toda regla, un déjà vu como un templo, como los siete tomos de ese señor caprichoso, Proust, que no paró de rumiar el que su madre no le hubiera dado un beso de buenas noches y escribió tres mil páginas para vengarse. Yo había estado allí, en la Plaza del Mundo Nuevo, de donde nace el Rastro, quince años antes, pero no me acordaba. +

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