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Jazz en casa de Marjorie

martes 1 de mayo de 2012  

Aquí os dejamos con un vídeo que hemos preparado para todos vosotros. Así se vive un domingo en casa de Marjorie. Chavo ha puesto subtítulos (para verlos click en CC en el reproductor de YouTube)

 

Música Para Olvidar

domingo 29 de abril de 2012  

¿Quién no tiene una fecha para olvidar? Según se van cumpliendo años se acumulan fechas para olvidar. Siempre se habla de la nostalgia. La nostalgia es el tema, el recurso de los suplementos culturales. Según un estudio sociológico reciente, el sentimiento nostálgico colectivo se genera con cuarenta años de distancia. De ahí el éxito de Mad Men. Tan cerca como para que no sea una serie histórica, tan lejos como para que se pueda embellecer lo que hoy resultaría insoportable. Pero quién se ocupa del olvido. Parte de la tarea de nuestra memoria es descartar recuerdos tristes o aterradores. Hay científicos, sí, que buscan la manera de interceptar en el cerebro herido la ansiedad que provoca el recuerdo de una violación, una guerra o una catástrofe. Todos tenemos fechas para olvidar. El aroma de una tarde de primavera nos trae de pronto a la memoria una primavera fatal y el olor se nos pudre con el recuerdo. Quién no ha tachado la Nochebuena después de una separación amorosa, quién no ha detestado ese momento en que la ciudad se queda vacía un día de Año Nuevo y a ti te falta quien siempre estuvo contigo. Hay gente que tacha los fines de semana. Los niños detestan los lunes de tal manera que suelen ponerse malos los domingos cuando cae la tarde.

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Cadena Perpetua

lunes 23 de abril de 2012  

Hay temas que no le interesan a nadie. Salvo cuando aparecen en primera página de los periódicos chorreando sangre y provocando que el personal se desahogue levantando la voz y afirmando: “Yo a ese tío le metía en la cárcel hasta que se pudriera”. Hay temas que nos sirven para el exabrupto, para despachar las injusticias del mundo a base del ojo por ojo. Pero al margen de la función de generar desahogos verbales hay temas que están condenados a enquistarse sin que a nadie le preocupen sinceramente. Son impopulares, porque reclaman de nosotros un nivel de generosidad que no estamos dispuestos a conceder. El día en que apareció en el periódico la nueva entrada del Rafita (uno de los asesinos de Sandra Palo) en una comisaría a consecuencia de su vida pendenciera, miles de espíritus limpios pidieron desde sus muros de Facebook o en Twitter la cadena perpetua, la pena de muerte o ese eufemismo que ahora el Partido Popular se ha sacado de la manga, la prisión permanente revisable. Sé que toco un tema sensible: en este país cada ciudadano lleva dentro un abogado-psicólogo-juez-sociólogo esperando que llegue el momento de dar el diagnóstico definitivo. Lejos quedan aquellos tiempos en los que la palabra “reinserción” formaba parte del vocabulario de los jóvenes periodistas que nos acercábamos al mundo carcelario, más aún cuando visitábamos uno de esos centros de menores en los que asistentes sociales trataban tozudamente de reconducir lo que antes se llamaba una vida descarriada.

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Nostalgia de Gila

domingo 15 de abril de 2012  

Visto lo visto estoy optando por tener de periódico de cabecera a El Mundo Today. Al menos, enfocan de otra manera la información religiosa: “Se le aparece Jesús y le saca unos berberechos”; la actualidad política, “Rajoy explica los recortes en Forocoches”, o la culinaria, “la Thermomix tendrá una función de deconstruir”. Y en esa visión disparatada encuentro más realidad que en la realidad deforme que a menudo emana la prensa seria, algo de lo que sabe mucho mi exjefe (siempre jefe) José Mari Izquierdo, que tiene la santa paciencia de ofrecer a diario un nutrido crisol de barbaridades, aunque la lealtad legítima hacia los suyos le lleve a omitir los disparates que decimos nosotros a veces, que también tenemos lo nuestro, a qué negarlo.

A mí a veces me parece que tratamos infructuosamente de imitar a El Mundo Today. Por ejemplo, el titular de la entrevista semanal a Boyero: “Antony me parece un cantante extraordinario aunque sea el ídolo de Isabel Coixet”, me hizo soltar una carcajada; la misma que me provocó leer en El Mundo (el de Pedro J.) que uno de los elementos imprescindibles esta primavera para ser tan it girl como las sobrinas de Ana Belén eran unas chanclas. El notición venía con foto de chanclas incluida, por si una despistada las confundía con las insoportable manoletinas. Por su parte, en un reportaje de fondo sobre el rechazo de los españoles a la cultura, Félix de Azúa terminaba hablando de Willy Toledo, con foto del actor incluida, imagino que para que el despistado lector supiera a un primer vistazo que allí se estaba hablando de cultura.

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Sacrificio Sin Esperanza

domingo 8 de abril de 2012  

A los políticos les encanta adornarse con frases de grandes hombres. Es una manera de blindar sus actos. Usan a los grandes hombres muertos o a las grandes mujeres muertas, sobre todo, cuando se trata de defender lo indefendible. Los escritores también lo hacen a menudo. Usan a los grandes escritores muertos para defender su idea de la literatura. Cada escritor vivo tiene a su escritor muerto para que le defienda, pero en el caso de los literatos es disculpable porque ese recurso solo persigue engordar vanidades, ni tan siquiera sirve para vender más libros, y menos en estos tiempos. Pero en el caso de los políticos, el vicio de usar palabras de muertos para respaldar decisiones que afectarán a todo un país es un aprovechamiento tramposo. En estos tiempos difíciles, de esas bocas que nos representan salen como disparos las palabras de Churchill, de Roosevelt, de Orwell, ¡de Camus! Incluso de Luther King: ¿no es prodigioso que nuestro ministro de justicia utilice sin sonrojo las palabras del hombre que vivió y murió por defender los derechos civiles para negarle a las mujeres el derecho a decidir por su cuenta? Al menos, en Estados Unidos, los aspirantes a representar al partido republicano no se meterían en ese jardín. No me los imagino citando al doctor King. ¡Cómo repetir las palabras de un hombre que creía en una sociedad ciega, que no distinguiera razas o condiciones sociales! Estos republicanos de ahora son más consecuentes y citan a Dios en su lucha contra el aborto y la planificación familiar. Creen honestamente que el Altísimo está de su parte, lo cual no es verificable, pero en eso consiste la religión: en creer sin pruebas.

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La Cultura Por La Borda

domingo 1 de abril de 2012  

Entre las voces exquisitas de los periodistas de la radio de la BBC se abre paso una voz masculina española, cálida, gruesa, del sur, tan familiar para mí que diría que se ha colado la voz de un tío mío. El hombre es de Jerez. Conductor de autobús. Lleva sin cobrar cuatro meses. Dentro de poco no tendrá con qué alimentar a sus hijos. No es el único oficio tocado por la desgracia en esta ciudad andaluza. También los trabajadores de los servicios sociales esperan cada día el ingreso de una nómina que pareció esfumarse hace tiempo. La pregunta es: ¿nos contentamos con echarle la culpa a la desregulación financiera, a los países ricos europeos, a Merkel, a Margaret Thatcher, pionera de estos tiempos infames? No es que quiera eximirles de responsabilidad, probado está que la tienen, pero ¿es esa una explicación completamente satisfactoria? El Ayuntamiento de Jerez tiene una deuda que corta el aliento, ¿pueden escudarse los políticos de ayuntamientos y comunidades en las hipotecas basura, la codicia bancaria o la presión europea? ¿No ha llegado la hora de reconocer un fallo del sistema? Los alcaldes han tenido una escandalosa libertad de movimientos, los presidentes de las comunidades han concebido su autonomía como un pasaporte al despropósito, y los periodistas, reconozcámoslo, hemos sido obedientes: unos porque estaban pagados por los políticos; otros, porque sabían que quien denunciaba el dispendio era señalado como personaje incómodo. Es ahora, por ejemplo, solo ahora, cuando a esos arquitectos estrella que han dejado su costosa impronta en todas las ciudades españolas se les pone alguna pega.

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Con Paco en el Recuerdo

domingo 25 de marzo de 2012  

Todavía sobrecogida por la noticia paso el día, lo pasamos, rumiando la pena de saber que cuando volvamos a España ya no podré llamarle, ni escucharé su voz teñida de reproche diciendo, “hija, me tenéis olvidado”, con el mismo tono con el que los tíos solteros hablan a unos sobrinos siempre olvidadizos. Pero no era cierto. Paquito Valladares sabía que era la primera persona a la que llamaba después de a mi santo padre.

Todavía sobrecogida por la sensación de que esta misma tarde será incinerado siento que una vez más me encuentro en otro sitio de donde desearía estar y me pongo a escribir esta despedida. Paco, Paquito, estará acompañado de cómicos, de viejos y de aspirantes, de todos esos amigos incontables que había sabido atesorar. A mi mente vuelven, a modo de homenaje íntimo, todas aquellas travesuras que hicimos en TVE, cuando trufábamos el programa de la Campos con pasillos cómicos; veinte años hace, cuando la tele era más inocente y en un programa de tarde estaba permitido perder el tiempo haciendo sketches o interpretando escenas de Tono, Mihura, Poncela y Alonso Millán, que Paco seleccionaba con mucho mimo. Lo suyo era el humor del absurdo, y en ese terreno congeniamos al instante. Recuerdo una frase de “Francisca Alegre y Olé” de Tono. El protagonista está a punto de suicidarse de un tiro en la cabeza y en esto entra Francisca y le dice: “Anda, tonto, trae la pistola y se la damos al primer pobre que pase”. Esos diálogos estaban hechos para él, porque todo lo que tenía de grandón lo tenía de ganso. Inglaterra hubiera sido un buen país para este actor elegante, de voz imponente y espíritu irónico. Pero como tantos grandes hubo de conformarse con esa España pobre en la que se crió.

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Palin, La Fuerza Bruta

domingo 18 de marzo de 2012  

Por Navidad hacíamos imitaciones en el colegio. O cuando llegaba la víspera de Semana Santa y los profesores ya no sabían cómo controlar las primeras desazones hormonales. Entonces, nos dejaban imitar. En realidad, imitábamos a los imitadores de la tele, que vistos con el tiempo eran penosos aunque nadie lo sabía. Con los años, yo, que era una de las niñas imitadoras de los imitadores, he llegado a odiar ese género. Pero vaya, respeto el entusiasmo que despierta. Lo que me espanta es que la imitación está invadiendo el cine. En los últimos años es como una plaga: Meryl Streep haciendo de Thatcher, Di Caprio de Hoover, Michelle Williams de Marilyn Monroe, Kenneth Branagh de Lawrence Olivier, Katie Holmes de Jackeline Kennedy, Lluis Homar de Rey, Helen Mirren de Reina, Adriana Ozores de duquesa de Alba, Joaquin Phoenix de Johny Cash, Adrien Brody de Dalí, Juan Diego de Tejero, y un largo etcétera que ustedes pueden completar para su solaz dominguero. A mí el género, digo, me cansa. Tiene trampa: en realidad, lo que acaba por juzgar el público no es exactamente la interpretación sino el parecido físico, las horas de maquillaje, la voz o el virtuosismo de los gestos. Lo virtuoso agota pero goza de un enorme prestigio. Ya se vio en los Oscars: Meryl Streep fue premiada por imitar al milímetro a la señora Thatcher. Sólo por esa razón, dado que la película trata, sobre todo, de lo bien que imita Streep a la dama de hierro. Personalmente, prefiero mil veces a la gran cómica Tina Fey haciendo de Sarah Palin en «Saturday Night Life». ¿Por qué? Porque no es exactamente imitación sino recreación, porque el guión es incisivo, tronchante, porque realmente importa poco que la voz de una actriz sea igual a la de su imitada, de lo que se trata es de crear un gran personaje.

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El Hombre Que Gritó Puta

domingo 11 de marzo de 2012  

Es un clásico. Tan viejo es, que hasta pereza da encarar el asunto. Cuando a los ultraconservadores se les acaban los temas estrella, que en EE UU consiste en prometer que se adelgazarán las ayudas del Estado para que los pobres sientan que son más libres y que ninguna autoridad se entromete en sus miserables vidas; cuando ya han conseguido una vez que la América más cazurra comulgue con el cínico discurso de la libertad, entonces, se ponen sentimentales y se sacan el último conejo de la chistera: el derecho a la vida. Ese es el momento en que los políticos se convierten en abrazaniños y los mítines finalizan en un delirio de himnos, confetis y bebés que pasan de un brazo a otro. Sorprende que un imperio en crisis dedique tanta energía a la vida íntima de las mujeres, pero así es.

El presidente se desvela ante la posibilidad de una guerra con Irán y por ahí andan a bastonazos los mosqueteros del republicanismo negándose a que la planificación familiar se incluya en los seguros médicos. Hubo una portada genial de la revista New Yorker en la que se veía a Obama, partido de risa, viendo la final de la Superbowl. En la imagen no aparecían los jugadores reales, sino estos tres líderes de la América carca dándose de hostias como en un cuadro de Goya. La viñeta tenía su enjundia. Es cierto que en este país, dividido en dos, hay un componente fanático, pero también lo es que si los candidatos se pasan de rosca, pueden asustar al votante republicano más moderado.

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La Virgen del Pilar Dice

domingo 4 de marzo de 2012  

Tuve una revelación. De pronto, lo vi todo con una claridad tan pasmosa que hasta creí que iba a perder el equilibrio. Fue una revelación que resumía la sección destinada en la Biblioteca Pública de Nueva York a la historia de los Estados Unidos de América. No todo el mundo tiene la suerte de tener revelaciones. Es un don, y como todos los dones, una lotería. Hay gente que tiene revelaciones viendo, qué sé yo, el cañón del Colorado o las inmensas llanuras de Ohio. Se han escrito unas cuantas novelas sobre ese tipo de revelaciones, que los escritores gustan llamar epifanías. Yo las revelaciones las tengo sin salir de casa. Un domingo por la noche, solita, en mi salón, porque en mi domicilio no me secundan esa afición que yo tengo por ver vestidos y moños paseándose por una alfombra roja, y me veo abocada a comentar la jugada por esas redes sociales de dios, con gais insomnes de otros continentes. Nada más lejos de mi voluntad que estereotipar al gay, yo hablo con la estadística en la mano: el domingo éramos 10 gais y servidora. Las mujeres casi no intervenían porque temen que si hablan de moños y escotes las estereotipen como petardas. Aún estamos en esas. En cuanto a mí, soy un caso perdido, procuro hacer en la vida lo que me da la gana. TV dinner, noche de oscars y unos gayers que saben distinguir un valentino de un elie saab sin por ello ser bobos, como así pensarían algunos redomados heterosexuales. Pero no nos desviemos del asunto: la revelación. Ocurrió cuando en la soledad de mi sofá contemplé al equipo de The artist recibiendo el Oscar a la mejor película.

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