La ley (del silencio) de Ángeles González-Sinde
El restaurante Gonpachi es una inmensa taberna ubicada en el barrio tokiota de Roppongi. Es popular, entre otras cosas, por haber sido el escenario de la película Kill Bill. Las autoridades españolas en la capital japonesa suelen llevar allí a sus invitados para ofrecerles una cena bullanguera y colorista. Cuando entré en ella la noche del 21 de octubre, acompañada por el equipo directivo del Cervantes de Tokio, Ángeles González-Sinde ya estaba sentada y rodeada por asistente, asesores, escolta, el embajador de España y otros cargos diplomáticos. Sinde es una mujer fuerte, de gran envergadura ósea, pero esa noche me pareció encontrarla disminuida, con el encogimiento propio de quien está incubando una gripe. Lo achaqué al jet lag y, al cabo del rato, como suele ocurrir, tras unos vasos de sake, la conversación fluyó sobre curiosidades japonesas y creí ver el mismo rostro de siempre.